jueves, julio 14, 2005

Ilusa


Recuerdos de una ilusión (persistente)

Revuelvo entre los recuerdos. No hace falta que busque mucho, ahí estás. Está tu sonrisa, esa mirada que no sé si fue sincera, no sé si le ví un destello que pintaba mi deseo o era real. Encuentro diálogos imposibles de enteder (entre mis nervios y mi pobre conocimiento de TU idioma), miradas fugaces y no tanto que decían "quiero estar con vos" -al menos las mías, siempre sinceras-, una noche inolvidable pese a no haber sido perfecta (y es que no tienen que serlo... verdad?). Me veo en la distancia y te encuetro en todos mis pensamientos (no te fuiste de ahí todavía, como verás).
Paro de buscar y me doy cuenta de que no es necesario seguir revolviendo en la memoria, porque estás grabado e cada célula mía, en cada deseo (me ví, mientras te buscaba en los recuerdos, pidiendo un segundo con vos a cada estrella fugaz, bajo cada túnel -sin respirar, como me inculcó Sil-), estás en cada lectura (sobre todo en las Valerianas escrituras a "su" -real- Lucas, en mí con mi envidia), en mis retinas, en mi tacto, mi olfato, mi gusto... te quedaste en mis labios.

Estás; y noto que no quiero sacarte, que quiero que seas vos... quiero que sea nuestra historia, ya no la de mis deseos.
Me dijiste que no, que no me iba a arrepentir. Que uno se arrepiente de lo que NO hace. Yo ya no sé si me arrepiento o no. No sé si agradecer ese instante fugaz que alimentó más mi ilusión, que me hizo esperarte más cada tarde, que me hizo creer que te gustaba... si me arrepieto de haber hecho una de esas dos o tres llamadas telefónicas (esa que me hizo trizas para que después llames vos y me dejes deseándote más aún). Llamadas en las cuales las palabrsa fueron más claras que estando en el mismo lugar y momento (será que no necesitábamos palabras si nos teníamos en frente?), que me hicieron sentir que algo, por poco que sea, te importé... No sé, si puedo ser feliz porque pasó; es que sé que no quedan más que recuerdos de la ilusión y su insistencia en hacerme creer que algo podría llegar a pasar, aún sabiendo que a duras penas de mí te acordás. No sé, si dejarla -a la ilusión- regar los verdes de una esperanza sin sentido, o ayudar a que se marchiten.

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