Aveces las palabras brotan solas. Como olas que golpean con las rocas del acantilado, salen de mí y letra por letra choca con el teclado, salpicando a quien lea la pantalla.
El océano de emociones así se descarga, en un intento de ordenar los pensamientos, dejar salir lo que hay adentro y ver si vuelve la calma.
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