Aprendí a no temer el dolor. Me arrimé tanto que hasta creo que llegué a aferrarme, quizá hasta quererlo, a hacerlo cotidiano. Creo hoy que me estoy cansando.
Será de esos amigos que me visite de vez en cuando, tamapoco es tan malo, algo siempre termina enseñando. Dejaré que llegue pero quedará la puerta abierta, no sea cosa que se termine instalando.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario