Vas aprendiendo, a los golpes, que mejor no preguntar si podés o no podés ir donde no sos invitadx. No esperar que, al darle tu punto de vista al que no piensa siquiera contemplarlo, vaya a aceptar esa otra forma de mirar. O sacás pasaje igual o encarás para otro lado. O te bancás que te desacrediten y respondes con la frente en alto que no pensás igual o ni opinás, mirás, sonreís le das un besito y decís chau... al final, para la gente así no existe el diálogo.
Respiro profundo.
Para qué París, si la felicidad está a pasitos nomás, sólo necesitás andarlos. Para qué buscar en otro lugar lo que en vos estás deseando. Para qué soltarte en vuelo junto a quien solo va a lanzarte piedrazos?
Respiro profundo, sí, a mí es a quien le hablo.
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