La radio a pleno a las seis de la mañana, no sea cosa que perdamos el día de playa que no perdamos un segundo de cada día...
Yo desde el septiembre pasado pensaba que el tiempo se había detenido y me mostraste que las agujas siguen girando. Que se aprovecha hasta el último suspiro. Que la vida no nos espera, que hay que seguir, siempre, hay que seguir luchando...
Las indicaciones para llegar a destino, 'no aceptes bebidas de extraños', 'mirá la bandera'... noticias catastróficas a toda hora, Fé como el mayor legado.
Música, tv, radio, lecturas, compañías de esa mujer sola, que tenía gente amiga en cada rincón.
Aunque me quejé de tantas cosas, esas mismas condimentaban el día a día y me nutrieron de experiencias, paciencia (o no tanto).
No me imagino qué será ahora de mis veranos sin la salida a la feria, las idas al supermercado que poco a poco fueron disminuyendo porque tu cuerpo ya se estaba quejando.
Los almuerzos solo nuestros, el paso cada vez más lento que no exigía ser esperado.
Quién va a blanquear mi ropa, contarme historias, hablarme hasta el cansancio? Estar allá sin vos va a ser tan raro... ya no habrá una canción para cada momento, la exigencia de entrar a la casa y lavarse las manos. La creatividad a la orden del día, el buscar actividades hasta dentro de los armarios.
Ni quise darme cuenta de que te estabas apagando, que te dolía cada hueso y lo callaste solo para poder seguirnos el paso. Tardé en entenderte, en abrazarte. Esperaba tener un poco más de tiempo, ahora que empezaba a comprender un poco más, a vivir en carne propia, que en esta tierra estamos de paso. Pero el tiempo no me dio tiempo, y decidió acabarse (a mi gusto) muy temprano.
Queda esta mezcla de dolor y de alegría, estas ideas desconexas, y el amor eterno desparramado por todos lados.
Espero no se me haya escapado demostrarte cuanto te amo.
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