Cuando las barreras se hacen perceptibles. Cuando sentís en el pecho la resistencia, el bloqueo, la fuerza que te impulsa a permanecer quieta, a encerrarte. Cuando estás al borde de la felicidad plena y esa energía extraña te frena, descoloca, te marea. Cuando la alegría se te hace insoportable y de golpe y porrazo necesitás escaparte. Cuando te escondés tras mala onda y prejuicios simplemente por temor a integrarte, a ser parte de algo en lo que no sepas encontrarte. No sea cosa que te descubran tan vulnerable. No sea cosa que se den cuenta de tus costados más desagradables... que te involucres y emprendas viaje, que se den cuenta lo incomprensible de tu equipaje. Cómo explicar que de vez en cuando la alegría te desborda y en ocasiones la angustia que le sigue es insoportable? Que preferís guardar silencio por temor a que tus palabras puedan doler, lastimar y por ende, luego, lastimarte. Que tus errores y sentimientos más intensos son capaces de herirte tanto por dentro que hasta llegás a sentir la necesidad de desangrarte.
Tal vez entonces sea momento de empezar de nuevo. De hacer borrón y cuenta nueva. De olvidarme de mí, de reinventarme.
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