Para qué el brillo en mis ojos,
para qué la voz.
Para qué dos manos y piernas
que cumplen su función?
Maldita yo,
que aún sabiendo lo bello no abro los ojos.
Que pudiendo cantar no rompo el silencio.
Que le niego a mi piel el tacto.
Que no dejo a mis piernas andar el camino.
Que me encierro de a poco en miedo
y me dejo,
de a poco
muriendo.
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