sábado, marzo 27, 2010

Verano...


Los cuerpos, aprisionados durante meses, van despojándose poco a poco de esas cadenas de lana y algodón que atan, que esconden, aquietan y adormecen.
El calor pide a gritos hacer aparecer la piel, y ésta reclama, pide, implora hacerse tocar por el sol.
La temperatura hace subir la temperatura y la sangre circula, se precipita, sube, baja. Se acelera el corazón.
De noche ya no se descansa. Es tiempo de liberación. Se relajan, se tensionan, descontrlolan, luego estallan.
Los ojos, lujuriosos, se buscan, se encuentran, se desean. Desvisten con la mirada.
Las manos buscan, tantean. Toda la piel busca, espera. Todo el ser.
Es el comienzo de mil historias que no van a empezar. Bocas sedientas noche tras noche beberán de la copa descartable tragos de de irrealidad. Esas mismas bocas, luego de sorber, casi al instante, se volverán a secar e intentarán saciar su sed en otra copa y después otra... y otra más.

No hay comentarios.: