Aveces hago que no entiendo por temor a equivocarme, me muestro como si nada. Otras veces puedo hacer como si supiera de qué hablan disfrazando mi ignorancia y otras tantas hartaré de preguntas hasta comprender.
Aveces miro a los ojos y no escucho, perdida en esa mirada. Otras tantas oigo atenta sin poder mirar a la cara. Hay momentos en los que pareciera que tiro palabras al aire. Así es más fácil que éstas salgan, sin enfrentar inmediatamente lo que ellas causan; otras no escapo a lo que digo y va directo a blanco.
Puedo guardar tanto silencio, silenciar tantos gritos... gritos que aveces no se callan y salen apenas en forma de lágrimas, que me enmudecen, que desangran.
Puedo perderme en las hojas, las estrellas, en la brisa, el mar o las montañas. Puedo perderme en mi propia piel e irme lejos, lejos de mí. Puedo también querer huír.
Puedo entrar al mar para que me arrulle o pedirle que me lleve y deje eterna entre sus aguas.
Puedo esconderme del mundo para protegerme, protegerlo. Puedo dar a conocer lo que habita en lo más hondo, lo que no tolero de mí. Luego enfurecer por desnudarme de ese modo y dejar que me veas así.
Puedo pedirte que me abraces y me des calma?
