A veces me llama el filo de la navaja
Me convoca el abismo
El precipicio, insistente,
reclama
Suplican acariciar mi piel las llamas
Sollozan querer abrazarme las aguas.
A veces me ahorcan,
en silencio,
las palabras calladas
Cada tanto estallan
y queman
por dentro las ganas
La cobardía estrangula,
carcomen los miedos,
la duda se adueña
y confunde mi alma.