Casi seguro vas a odiar la vida una vez más, a pensar que no vale la pena vivirla. Vas a perder el rumbo, a desorientarte en tu propia piel, vas a desconocer tu reflejo, en las nieblas del dolor se perderá tu mirada. Te van a quemar los ojos por no poder ver nada. Se retorcerán tus huesos hasta masacrarte el alma. Vas a sentirte desvanecer entre la multitud, a marearte hasta caer en la angustia más profunda, querrás hundirte en tu cama y desaparecer. Para vos ya no existirá el mañana. Tal vez el dolor sea, otra vez, la única señal de que seguís viva. O peor, tal vez ya no sientas nada.
Pero esperá. Casi seguro vas a volver a creer. Estoy casi convencida de que vas a poder levantarte otra vez. Que las sonrisas compartidas dejaron huella en tu alma. Que hay una flor que se marchita pero se niega a morir, aunque muchas aveces olvidemos regarla.
Esperá. Dejá que el agua fluya, que limpie todo la lluvia, sentí el olor a la tierra mojada. Que hasta de lágrimas puede nutrirse tu flor, que mientras vuelva a salir el sol y la raíz siga viva, vale la pena pelearla.