No sabía dónde irme, pero de ese lugar necesitaba escapar. Hubiera corrido a tus brazos, pero no quiero que caigas preso de mis incertidumbres. Tu abrazo es el único lugar donde me vengo sintiendo segura últimamente, de donde no quiero correrme. Pero quedarme allí para siempre es condenarnos a no poder caminar en libertad, y no es lo que nos deseo. Entonces, como ves, no tuve opción y me fui. Hacía tiempo que no lo hacía.
Varada en realidades que no entiendo cómo llegaron a reales, estancada en carencia de fantasías, en la sequía de deseos más profunda, recordé aquel refugio. Recordé palabras, sonido, silencio. Recodé mi voz y los oídos atentos. Corrí por verdes praderas, nadé mares, atravesé cielos... volé. Insegura, temerosa, impulsiva, sentí, me arrojé, viví, CANTÉ.