Tratando de encontrarme en mi propia piel tomo tantas formas que ya no me reconozco. Me busco en el reflejo de los ojos de los otros... y no veo más que formas incomprensibles, difusas, que mutan y me confunden más a cada minuto.
Miro al espejo, veo tan solo dos ojos de mirada perdida y una boca que canta la falta de besos, el no saber darlos, el siquiera esperarlos, la falta de deseos... y en cada nota de esa boca aparece una parte, una nariz que inhala vida, mejillas que anhelan caricias, orejas que filtran palabras, hombros para cargar una mochila aveces demasiado pesada y sostener si es que acaso se está derrumbando un alma, brazos ansiosos de abrazos ya no esperados y de dar lo que no saben... veo un torso que teme sentir calor, y el vientre que le huye a los roces de un amor que no se sueñe, un par de piernas que no deciden hacia donde dirigirse y están cansadas de dar vueltas, veo mis manos tan vacías y a la vez tan llenas... porque en cada nota de mi voz me voy cantando, y ahí me creo, me veo... y al fin me encuentro.